Moneda en el aire: sube… ¡y baja!

El Buen Fin es un evento con gran cercanía a la finalización del año, al menos económicamente hablando. Este periodo de tres días está repleto de promociones a meses sin intereses, pagos diferidos, tasas preferenciales y otras aparentes facilidades de compra. Pero, lamentablemente, puede también estar cerca del fin de nuestra estabilidad económica.

¿Cuál sería la primera bandera roja –o “red flag”, “como dijera la chaviza” en redes– a considerar? Pues que, entre tantas promociones, podemos ser tentados al consumo a través de créditos bancarios. Sin embargo, esto no parte de la generosidad y el espíritu navideño de los bancos, sino de la finalidad de que estos capten saldos a su favor en espera de que algún pobre incauto haga únicamente “el pago mínimo” o menos y puedan hacer negocio cobrando intereses en una promoción que no tenía, o incluso cobrando intereses moratorios, ya que este pobre amigo no hizo ni el pago mínimo señalado en el estado de cuenta.

Para entrar al análisis de este fenómeno, primero nos vamos a remitir al Premio Nobel de Economía 2008, Paul Krugman, quien clasificó los textos en tres niveles: los escritos “en griego”, dirigidos a expertos con alto grado de complejidad matemática y repletos de tecnicismos; los escritos “de sube y baja”, que presentan indicadores y gráficos más digeribles para tomadores de decisiones como empresarios o políticos (y aun así hay quienes no entienden); y los “escritos de aeropuerto”, destinados al público general, como el pobre amigo que compró a meses sin intereses, con titulares simplificados, pero, lamentablemente, eso nos hace depender del tinte editorial del medio al que recurramos.

¿La propuesta de un servidor? No hacer las cosas tan a la carrera que apenas nos enteremos de lo que pasa por estar atenidos a la narrativa del medio que capte nuestra atención. Es por eso que aprovecho esta temporada para irme al nivel intermedio con la intención de que aprendamos juntos a interpretarlo cabalmente: es decir, de sube… ¡y baja!

Regresando al escenario del pobre amigo, en ocasiones estas situaciones generan un círculo vicioso advertido por varios asesores financieros, muchas veces “en griego”: gente que compra un electrodoméstico “a meses sin intereses” sin que le haya caído antes el aguinaldo –si es que cuenta con esa prestación–, y, dado que por falta de previsión, así como de un presupuesto claro, no hay la liquidez que se requiere, recurre a empeñar el electrodoméstico nuevecito para pagar la cena y los regalos de fin de año, contribuyendo a una avalancha de deuda en la cual, si bien le va a nuestro pobre amigo, recuperará el bien prendado, pero ya no con una deuda, sino con dos.

Sí, el Banco de México recortó su tasa de interés principal para dejarla en 10.25%, pero ese tipo de interés es para prestarles a los bancos privados para que operen; ellos, a su vez, cobran sus tasas de interés para sus clientes tomando en cuenta esa tasa base, sus costos y gastos operativos y la demanda de créditos para el consumo por parte de esa cartera. La política monetaria de la banca central busca, en segundo término, incidir en la estabilidad del consumo de la población, pero su objetivo primordial es estabilizar la inflación y el tipo de cambio. Es decir, está para evitar una crisis desde lo más general; por lo tanto, no puede –y no debería– intervenir en las decisiones de consumo de cualquier ciudadano de a pie.

Por eso es que cada uno de nosotros debe estar plenamente consciente de qué es lo que guarda en la billetera: sus identificaciones para ser reconocido donde se requiera y el producto de su trabajo, que son sus ingresos y su patrimonio recién trabajados. Ahí radica la importancia de conocer el diario acontecer más allá de los titulares y los cartones. 

De momento, es preciso que se prevenga un fin de año bien disfrutado pero medido, para no sufrir en la cuesta de enero como seguramente nuestro pobre amigo lo hará.

PD:

En este tenor, quiero finalizar recordándoles que la autocrítica nos hace crecer como personas para estar listos para demandar transversalidad de las políticas públicas al gobierno a cargo: ¿realmente una iniciativa obedece a un tema de seguridad o de salud pública, o es parte de la demanda de un colectivo con fines dudosamente en la línea del bien real de los ciudadanos? Puede ser que alguna agenda haya avanzado con la maquinaria gubernamental aplastante que la impulsa; y, sin embargo, los ciudadanos aún podemos seguir evaluando los resultados de esas decisiones para presentarlos en las instituciones que aún queden, para demostrar que lo que buscamos no se ha cubierto y que podemos optar por la alternancia si nos organizamos cordialmente.

No se trata de que “unos ganen y otros pierdan”; es posible un común acuerdo ante un bien posible, la clave está en saber ponernos de acuerdo.