Moneda en el aire: ¿ya se la saben?

Lic. Juan Manuel Rodea Valencia

Misión Rescate México

¿Alguien llegó a jugar “teléfono descompuesto” de niño(a)?, para quien no lo haya hecho o no se
acuerde en qué consiste, todos formados en línea teníamos que pasar un mensaje de un extremo
a otro lo más fiel posible, y así mientras quien estaba al principio de la fila decía algo como
“camarón caramelo come caramelos con otros camarones” (y para hacerlo más interesante, el
camarón caramelo es una especie que de hecho si existe, una búsqueda en internet nos daría más
detalles sobre su distribución geográfica y el resto de su ficha técnica), al final quien estaba en el
otro extremo terminaba comunicando un mensaje más o menos chusca y disparatadamente
diferente.
Seguro que esta muchos nos la supimos y nos dio risa, y en contraste, algo no tan gracioso es ese
otro recuerdo del viaje a la Ciudad de México o el traslado cotidiano de quien vive allá, y que al
momento de subir a un pesero o una combi se escucha con un acento bien característico la frase
“¡ya se la saben…!”, acompañada quizás de algunos insultos y posteriormente de indicaciones de
entregar –bajo amenaza de agresión en caso de oponerse– las pertenencias a la mano.
Y así, entre clichés y recuerdos de ayer y hoy –en medio de la claridad para interpretarlos, o en su
defecto, la falta de ella–, en la vida cotidiana las emociones y la experiencia nos ayudan a asociar
símbolos y eventos con factores que determinan el curso de nuestro entorno, muchas veces
depende enteramente de nuestra acción particular el que el rumbo de los hechos tome una u otra
dirección, en algunas otras sería engañoso de nuestra parte creer que es el caso al ser algo
completamente ajeno a nosotros.
Por eso es que pensando en situaciones cotidianas podría ir hacia un ejemplo de un comensal que
turisteando solamente tiene una opción donde preguntar lo que hay para cenar al encontrarse en
un paraje donde solamente hay dos establecimientos que dan el servicio y de ellos únicamente uno
se encuentra abierto, o al menos eso es lo que parece; cuando el transeúnte se acerca para
preguntar, los meseros y el capitán de meseros que están recogiendo las últimas mesas se miran
entre si –seguramente sin ninguna cuestión personal hacia ese comensal– para que cuando el
viajero les pregunte sobre el menú contesten que solamente tienen servicio para llevar.
En este caso el turista que se encuentra ante esta situación tiene dos opciones: tomarse las cosas
de forma grosera, “agradecer” a los meseros y afirmar que no quiere nada, o renunciar un poco a
su propio ego reconociendo que tiene hambre y pocas opciones –a pesar de que tiene suficiente
dinero en la billetera, pero de nada le sirve en ese momento el no poder usarlo para cambiarlo por
el servicio de comida para saciar su hambre–, negociar y pedir la carta para ordenar algo para
llevar y al final tener en su habitación una charola con una buena cena sin necesidad de haber
dejado propina –que podría ser mucho mejor opción que regresar al hotel donde se hospeda y
acabar comiendo una sopa instantánea remojada con agua fría porque en el cuarto de ese hotel no
sirve ni la cafetera–.
Si el personaje del ejemplo viajase solo, quizás podría representar un aprendizaje más o menos
importante en función de su edad, experiencias previas y muchas otras cosas del orden individual,
pero el problema se complica si la decisión que tomó en la entrada de ese restaurant hubiera
implicado elegir por un grupo de personas que lo acompañaban y que quizás venían más
hambrientas que él.

¿Alguna similitud con lo que se eligió en el senado la semana pasada?, Miguel Ángel Yunes tomó
una decisión con base en criterios más acordes a sus prioridades particulares y el corto plazo, pero
lo cierto es que la aprobación de esa reforma al Poder Judicial le podría jugar en contra en el futuro
si pierde el favor de quienes ahora fungieron como sus aliados para “persuadirlo” de votar a favor y
el día de mañana se convierte en perseguido político por jueces colocados de forma popular con la
dinámica hegemónica que sistemáticamente ha ido constituyendo el régimen actual.
Yo creo que la mayoría de los mexicanos “ya se la saben”: a pesar de que existía aún esperanza
de que se deshiciera con el voto en el senado la aprobación de la reforma, en el fondo había
resignación de antemano por parte de quienes no estábamos de acuerdo con que se aprobara y un
enfermizo optimismo por parte de quienes la apoyaban sin saber el retroceso institucional que esta
significa (de quienes saben lo que implica y aun así la apoyaron me reservo el merecido juicio que
tienen).
A pesar de que muchos piensen que la polémica residual es la única que se mantiene por razones
políticas y que solamente se presenta cada 3 o 6 años, la mayoría ya nos la sabemos en cuanto a
que la polarización ya es una constante que se alimenta de revanchas, resentimientos, desprecios
de orden socioeconómico o intelectual que se sintetizan con nuevos slogans como “disfrutar lo
votado” –y que por increíble que parezca vienen de cualquiera de dos o más bandos implicados–.
Muy a propósito del mes patrio, yo sé que aunque la vida comienza desde la concepción, aparte de
que aún es difícil –o por lo menos engorroso– determinar con exactitud el día que fuimos
concebidos, celebramos más bien el día de nuestro nacimiento, que es cuando culminamos ese
periodo de gestación para dejar de requerir del ambiente uterino y respirar y comer de forma
externa; del mismo modo como nación parece ser que cometemos un error de narrativa, de
identidad o de ambos celebrando el inicio del movimiento de independencia (que de hecho tuvo
que ser desencadenado la noche del 15 no porque hubiese sido planeado para entonces, sino
porque la respectiva conspiración había sido descubierta, y lo más seguro es que haya sido
denunciada por una traición).
A esto hay que agregar la evolución del movimiento de independencia: por más que se considere
un héroe con fines de redención histórica para construir una sana identidad nacional, mal se
seguiría haciendo si se continúa negando la arbitrariedad con la que el llamado padre de la patria
se condujo con actos de rapiña como la masacre de la alhóndiga de Granaditas, dejando claro la
lección histórica de que usar la polarización como móvil de combate al autoritarismo no solamente
resulta inefectivo, sino que los autoritarismos y las confrontaciones sociales basadas en la
polarización suelen coexistir de una forma complementariamente hostil.
Por eso fue tan fácil que poco tiempo después al no tener una campaña bien organizada, Hidalgo
se haya quedado con suministros y sin más opciones que intentar huir a Estados Unidos, situación
que le dejaba vulnerable para ser emboscado, capturado y fusilado. Y regresando un poco a
tiempos actuales, a Yunes se le puede bien considerar un traidor para su bancada y para los
mexicanos en general a juzgar por la infamia que supuso cambiar su postura de votación ante algo
tan decisivo para el país, lo cierto es que si se le mira con la cabeza más fría es preciso estar
conscientes de que no se trata con el mismo rigor a un chivo expiatorio que a toda una base
legislativa que fue construida vía operación política con ventaja por donde se le mire, porque si
bien esa reforma no salió directamente del voto popular por lo menos si fue posible por una
mayoría legislativa que salió del voto popular.

Hay muchas herramientas en las democracias para prevenir estos escenarios, la concientización
es la más efectiva, el problema es que es una opción que no está disponible en todos los contextos
y que requiere de una sociedad culta o por lo menos cultivable en quiénes echar raíz
(independientemente de los grados académicos). Otra opción es la capacidad de hacer alianzas
como la que hizo posible el triunfo del ejército trigarante un 27 de septiembre de 1821, día en que
sería correcto celebrar la independencia, el nacimiento de nuestra patria.
Gracias a que los generales Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero se entendieron entre si y
reconocieron que eran más los intereses que los unían que los que los enfrentaban como ejércitos
antagónicos entre si, fue posible que desde la reconciliación de Acatempan y el Plan de Iguala se
conformara un frente que entrara por la vía pacífica a la Ciudad de México a solicitar la
conformación de un gobierno independiente de España.
¿”Abrazos, no balazos”?, no lo sé, depende de la intención con la que se diga y la respectiva
convicción verdadera al respecto, esto para no quedarnos a la mitad del camino en la búsqueda de
un bien común posible, espero que no haya quien interprete otra cosa para evitar un teléfono
descompuesto, pero como el bien posible es algo que debe buscarse incansablemente, creo que
de ello habría que seguir hablando… posteriormente.